Conocí a Tom en un sitio web de ballbusting. Cada usuario tenía que llenar un perfil con su información y por alguna razón encontré el suyo y comenzamos a platicar. Era un luchador undergorund que al igual que yo tenía una fijación por los golpes bajos. Después de el primer mensaje de saludo comenzamos a platicar sobre nuestros gustos y nuestras experiencias de ballbusting. Lo que me decía es que era buster, lo que quiere decir que prefiere ser quien golpea en los huevos a otros. Le gustaba someter a luchadores con golpes bajos y humillarlos lastimando sus genitales. Me contó cómo había deshuevado a sus adversarios con rodillazos y puñetazos, y cómo también había recibido él muchos faules en la lucha.

Después de algunas semanas de platicar en línea decidimos hacer un esfuerzo por conocernos en persona. Acordamos que yo iría a Dakota del Sur, y pelearíamos en su departamento donde tenía un tapete de lucha grecorromana. Durante las siguientes dos semanas puse mucho esfuerzo en el gimnasio tratando de ganar algo de musculatura para tratar de reducir la diferencia en tamaño contra Tom. A pesar de que habíamos acordado que sería una lucha tranquila, no quería verme tan débil frente a él. Por lo que había visto en sus fotos de perfil tenía todo el look de luchador profesional, y un paquete que invitaba a golpear solo eso.

Afortunadamente Tom me había dicho por mensaje que a pesar de ser buster no le importaba ser bustee de vez en cuando, sobre todo cuando el rival era más débil y necesitaba esa ventaja. Aparte de que más de una vez había accedido a ser el jobber en las funciones de lucha en las que participaba y eso incluía, casi por ley, recibir golpes bajos.

Decidimos primero conocernos en persona en un bar y platicar antes de ir a la lucha. Ambos estábamos de acuerdo con esto porque sabemos que nunca puedes confiar 100% en los perfiles de internet, entonces, para seguridad de los dos nos quedamos de ver en un pub que, según me dijo, estaba cerca de su casa.

Llegué al Paddy's Pub cerca de las 6 de la tarde, después de casi 8 horas de manejar desde Denver hasta Pierre. Tenía solo una mochila con dos cambios de ropa. Entré al bar y busqué a Tom. Ambos habíamos enviado una foto de nuestra cara para reconocernos. Lo vi sentado en una mesa cerca de la entrada y nos reconocimos de inmediato.

"¿Tom?" le pregunté.
"¿Nando?" contestó.

Nos saludamos y después de pedir una cerveza nos sentamos a platicar. Empezamos platicando de mi viaje y de lo que yo hacía en Denver. Después platicamos de lucha y faules que era lo que nos había llevado a estar sentados ahí. Me platicó de cómo le atraía la lucha desde chico y de cuándo comenzó a interesarse por golpear a los hombres en los testículos. Yo le conté de mi experiencia de ballbusting y de cómo también desde chico había tenido una fijación con ver a hombres caer al suelo agarrándose la entrepierna.

Tom era más musculoso de lo que se veía en las fotos que me mostró. No tenía claro si había escogido esas fotos para no asustarme o simplemente había decidido no mostrar fotos recientes. Cuando nos habíamos saludado noté que no era mucho más alto que yo, si acaso un par de centímetros, pero a pesar de que tengo cuerpo atlético y algo de músculo, claramente me veía mucho más pequeño que Tom.

Pronto comenzamos a platicar de la lucha para la que nos habíamos juntado. Tom se sabía en ventaja y me dijo que no le importaba poner poca resistencia. Yo, agradecido con la oferta, le dije que no me importaba tampoco perder una lucha, lo mejor sería medir fuerzas y dejar claro que no necesitábamos lastimarnos. Tom estuvo de acuerdo y al final me dijo una idea que se le había ocurrido.

"Mira, qué tal si luchamos a cinco caídas, y el que gane tres es el vencedor. Gana quien logre que se rinda el otro. Y para que esté más parejo y aparte puedas practicar ballbusting conmigo, te voy a regalar cinco golpes en los huevos," me dijo.

La idea me pareció muy buena. Tendría yo oportunidad de faulearlo cinco veces durante la lucha; incluso podría usar los cinco faules para derrotarlo ya que me especificó que lo podía golpear fuerte, mientras no fuera nada extremo. Por lo tanto, sintiéndome un poco en desventaja de tamaño, le dije que estaba de acuerdo.

Llegamos a su departamento 2 horas más tarde. Entramos a un pequeño recibidor. Frente a mí estaba una cocina integral y a un lado una sala con muebles muy bien cuidados. Tom me mostró dónde había un baño para cambiarme la ropa y me dijo que él se iría a cambiar a su cuarto para luego ir al lugar donde lucharíamos. Me cambié rápidamente, me puse mis briefs azules de lucha, eran mis favoritos, quería verme lo mejor posible contra un luchador semi profesional. Salí del baño y esperé a Tom unos momentos. Luego salió el de su cuarto vestido con singlets de lucha grecorromana rojos. Parecía un luchador de olimpiadas. Se veía aún más musculoso y su paquete quedaba acorde al físico que tenía. En ese momento me dieron ganas de tirar un puñetazo directo entre sus piernas.

Me llevó a su gimnasio, que no parecía que correspondiera a un apartamento de ese tamaño. Tenía una maquina para ejercitarse y un rack con discos para levantar peso. El tapete de lucha abarcaba 2/3 del área del gimnasio, y separando el área de levantamiento de pesas y la alfombra, Tom había instalado un poste con 3 cuerdas del tipo que esperarías ver en un cuadrilátero de lucha, y estás se amarraban al muro. Me gustó mucho ese toque. No había manera de luchar como en un cuadrilátero real, pero tener esas cuerdas ayudaba a sentirse en una lucha de verdad.

"Ok," me dijo Tom, "vamos a luchar a ganar tres de cinco caídas. Quien pierda tiene que decir 'me rindo' o golpear tres veces como señal. Tienes 5 golpes bajos permitidos únicamente durante la lucha, y yo no voy a usar ninguno, pero" (no había habido ningún 'pero' cuando estábamos en el bar, lo que me hizo prestar atención) "si yo gano, al final, te puedo humillar durante 3 minutos y ahí sí voy a poder deshuevarte.”

Acepté gustosamente. Tenía intención de ganar la lucha, pero me parecía justo y aumentaba el riesgo saber que habría un castigo para mí si perdía. Y así, comenzamos a luchar.

Comenzamos rodeándonos y luego lo abracé por la espalda. Quería ganar la primer caída para que por lo menos se alargara a 4, ya que no veía cómo podría vencer a Tom. Su espalda y hombros eran muy anchos, por lo que no intenté rodearlos. Lo tomé por la cintura y traté de derribarlo. Al no tener éxito intenté sacarlo de balance pateándolo en los pies, y funcionó. Ya en el piso forcejeamos porque yo trataba de rodear su cuello con mis brazos. Mi intención era ahorcarlo para sacar la rendición lo más rápido posible, pero Tom era demasiado fuerte y no lograba posicionarme bien. Para mi sorpresa Tom estaba batallando más de lo que pensé para librarse de mí. No estaba seguro si lo hacía a propósito, pero no parecía. Tom es muy fuerte, como ya dije, y no lo voy a negar ni a minimizar, pero me sorprendió saber qué tan fuerte soy, medido contra alguien que se prepara para luchar. Traté de mover mis brazos hacia arriba mientras lo ganchaba con mis piernas alrededor de su cintura pero en ese momento Tom sacudió su cuerpo para tratar de librarse de mi y me sacó de equilibrio.

No logró que lo soltara del cuello pero tuve que retirar mis piernas del amarre que lo tenía. Rápidamente me coloqué de forma que no tuviera que soltarlo del cuello y quedé con Tom de frente a mí, su nuca en mi pecho y mi antebrazo debajo de su barbilla. Comencé a hacer palanca con su cuello y su cabeza como si le quisiera arrancar la cabeza. Tom hacía todo lo posible por librarse, y comenzó a golpearme en las cotillas sin mucho éxito. Yo seguía apretando poco a poco para darle tiempo de que se rindiera, mientras él trataba de moverse sin lograr que mis brazos perdieran fuerza, aparte de que yo tenía una buena posición con mis piernas que me anclaban en el piso. Aproveché esto para cansarlo ya que yo tenía toda la ventaja.

Después de un rato de forcejear y recibir golpes inútiles de parte de Tom decidí poner la presión necesaria para rendirlo. Me sentí muy orgulloso de ponerlo en esa situación de desventaja. Jalé su cabeza hacia mí mientras con mi cuerpo ponía presión. En menos de diez segundos Tom golpeó tres veces el piso rápidamente y lo solté.

"Uno para mí" dije mientras Tom rodaba en el piso para quedar boca arriba masajeando su cuello. Me levanté y empecé a caminar brincando preparándome para la siguiente caída. Pensé que ni siquiera había tenido que faulear a Tom para ganarle y eso me levantó el autoestima. Pero ahora seguro Tom iba a querer ganar a toda costa. Por fin se levantó y me dijo que esta vez no iba a ser tan fácil.

La segunda caída fue similar aunque duró más tiempo. Los dos estuvimos en ventaja más de una vez. En cierto momento Tom casi me tuvo completamente sometido ya que me tenía controlado debajo de él, y con sus piernas me amarró la cabeza, pero el resto de mi cuerpo seguía libre aunque intentaba algo con sus brazos. Yo estaba de rodillas casi en pose de niño tratando de evitar que me sometiera completamente. Tom tenía sus brazos en mi cintura; yo estaba hecho bolita y él estaba arriba de mí. Cuando intentaba liberarme de sus piernas, sentí que tenía fuerza suficiente para ponerme de pie. Al hacer el esfuerzo de levantarme con Tom sobre mí, hizo un esfuerzo para evitarlo y su instinto lo delató porque sentí su mano pasar entre mis piernas hasta mi paquete, pero se detuvo y me agarró del muslo. Grité un poco cuando apretó fuertemente la parte interior de mi muslo, que si bien no es tan sensible como los testículos, no deja de ser doloroso ese castigo. Finalmente me pude poner de pie con Tom de cabeza amarrado a mi espalda con sus piernas alrededor de mi cabeza y sus brazos rodeándome la cintura. No desaproveché mi posición y me tiré hacia atrás cayendo encima de él. Soltó un gemido de dolor y sentí que sus piernas no ponían mucha resistencia ya.

Aproveché ese momento para liberarme completamente y atacarlo tomándolo del cuello. Lo que sigue fue lo más fácil de toda la lucha. Lo ahorqué desde atrás con mis piernas rodeando su torso. Apliqué fuerza con mis brazos y mis piernas al mismo tiempo y Tom se rindió inmediatamente.

Otra vez me levanté brincando y levantando los brazos en señal de triunfo. Me había cansado más esta vez pero claramente le había ganado legalmente a Tom. Al verlo tirado otra vez no me pude contener las ganas de faulearlo. Ya había ganado dos caídas sin necesidad de golpes bajos, si ganaba una más habría desperdiciado la lucha. Así que tomé un rol de heel, que normalmente nunca tomo y me acerqué a Tom.

"No me duras nada, maldito luchador de circo," le dije con tono sarcástico. "Ni siquiera me das buena pelea, pero no creas que te voy a dejar ir sin lo que prometiste." Al decir eso lo tomé de ambos pies, abrí sus piernas y le di un fuerte pisotón en los testículos. Su paquete se veía muy bien marcado por lo que no batallé para atinarle a sus huevos. La reacción de Tom me confirmó que el golpe había sido certero; soltó un grito de dolor, juntó las piernas asimétricamente, y se puso las manos en los huevos. Su cara se ocultó viendo al piso y los gemidos no pararon mientras se sobaba.

Me gustó lastimarlo así, un poco sin que lo esperara y sobre todo, sin ser un arma por verme rebasado. Después de eso le di patadas ligeras en la espalda y las piernas en forma de humillación y juego. Y después de eso recordé que Tom me había amenazado con humillarme si ganaba la lucha, por lo que decidí corresponder con la misma amenaza.

"Una caída más y se termina la lucha, así que creo que te voy a humillar al final para que no sea tan corta," le dije mientras seguía tirado. "Y claro que tu paquete queda disponible para esa humillación. Nada más para subrayar el riesgo de que pierdas una caída más," le dije sonriendo.

La tercera caída comenzó apenas Tom se recuperó del pisotón entre las piernas que le di. Otra vez empezamos los dos de pie y rodeándonos, pero desde el principio sentí un aumento en la intensidad de Tom. Claramente no se iba a dejar ganar. Nos tomamos de la cabeza ambos tratando de derribarnos uno al otro. Tom enredo su pierna alrededor de la mía y dio un giro que nos hizo caer. Traté de levantarme lo más rápido que pude pero Tom ya estaba encima de mí cuando levanté la vista. Me tomó por la cintura mientras estaba todavía en el piso y me levantó para aplicar un abrazo de oso. Si alguna vez he sentido que me iban a asfixiar apretando mi tórax, fue esa vez. Me levantó con fuerza y con sus brazos alrededor de mis costillas comenzó a aplicar presión fuertemente. Pensé en rendirme inmediatamente pero ni siquiera podía hablar.

Después de unos segundos de castigo intenso me tiró al piso; no pude reaccionar cuando ya me tenía boca arriba, totalmente sobre mi espalda y con Tom sentado en mi pecho, cada rodilla suya a un lado de mi cabeza.

"¿Qué te pareció, Nando?" me preguntó sarcásticamente. "Ahora sí estás jodido." Terminó de decir eso y me empezó a cachetear levemente para humillarme más.

Yo solo podía ver su paquete peligrosamente cerca de mi cara. No sabía qué hacer, pero no tenía aire para defenderme. Decidí esperar a que se aburriera y decidiera hacer algo más conmigo. Me jaló de los pelos, me puso los pulgares en los ojos y los hundió hasta que supliqué que parara, me metió los dedos a la nariz, en fin, me humilló un buen rato. Después de unos minutos por fin decidió continuar la lucha, pero primero me dio un sentón en el pecho antes de levantarse.

Tirado como estaba traté de tomar aire y recuperarme rápido. Me levanté para tratar de salvar mi dignidad pero no había mucho que pudiera hacer, estaba cansado y Tom sabía que tenía mucha ventaja. Otra vez nos abrazamos del cuello, pero Tom rápidamente me dio un rodillazo en el estomago. Me encorvé hacia adelante y Tom me rodeó y me tomó de la cintura. Me lanzó hacia atrás en un suplex . Caí de espaldas y Tom dio un giro hacia atrás quedando sentado sobre mis piernas de manera que quedé completamente inmovilizado de nuevo. Estaba de espaldas con mis piernas a cada lado de mi cabeza y Tom sentado sobre ellas. Traté de golpearlo en la espalda y las costillas pero no tenía buena posición y mis golpes no eran efectivos. Tom de nuevo me humilló, esta vez contándome cómo torturaba a sus oponentes en las luchas cuando quedaban en esa posición.

"Tienes suerte, Nando," me dijo. "Normalmente cuando tengo a un luchador como te tengo ahora, no dejo de golpearlo en los huevos hasta que se rinde." Diciendo eso puso su puño en mi paquete sin golpearlo. Hizo esto tres veces más. Se notaban las ganas que tenía de dar un puñetazo con fuerza, pero cumpliendo su palabra, perdonó mis testículos. Mis pezones, por otro lado, no fueron tan afortunados. Tom comenzó a pellizcarme fuertemente y me rendí al poco tiempo.

La tercera caída era para Tom. Pero no me dejó ir tan rápidamente. Antes de eso me recordó como mis huevos estaban a su merced y me agarró el paquete, sin apretarlo. Solo quería que sintiera mi vulnerabilidad. Agarró mis dos huevos y los aseguró en su mano. Sacudió mí paquete ligeramente, y luego se levantó. Mis piernas regresaron a su posición normal, y me quedé tirado unos momentos, recuperándome de la paliza.

Los cinco minutos que me dio Tom para recuperarme me sirvieron bastante, ahora Tom había ganado una caída y aunque yo seguía en ventaja no quería volver a perder otra vez, quería terminar ya la lucha. Ahora estaba seguro de que Tom no se estaba dejando perder y eso me motivaba más a demostrar que le podía ganar.

"¿Listo para otra arrastrada?" me preguntó Tom después de los minutos de descanso. Se había quitado la parte superior del singlet. Su traje de lucha solo le cubría hasta la cintura. Los tirantes caían a cada lado de su cadera.

"Esta va a ser la última caída, zotaco." le dije mientras ponía mis puños arriba en defensa.

Tom me vio y le gustó la idea de combatir, entonces se puso en una rodilla y puso un puño en el suelo, señal de que quería luchar y se posicionaba en desventaja, debajo de mí. Caminé hacia él, me puse a espaldas de Tom y lo abracé por detrás.

"Comenzamos a la cuenta de tres," dijo Tom. "Una, dos, ¡tres!"

Hice fuerza para que no lograra girar. Tom trató de tomarme el brazo para quitárselo de encima pero no pudo. Otra vez trato de girar pero lo detuve firmemente. Después se puso en cuatro puntos y esperó a que yo hiciera el próximo movimiento. Intenté varias formas de vencerlo pero no pude, y finalmente me di cuenta que su objetivo era cansarme. Estúpidamente había caído en la trampa y me sentía desgastado. Intente rodear su cuello con mi brazo, ya que había funcionado antes. Cuando Tom me tomó del brazo con el que trataba de ahorcarlo y giró completamente su cuerpo utilizando todo su peso no pude poner resistencia. Salí volando hacia adelante y caí de espalda frente a Tom. Pero antes de que pudiera posicionarse sobre mí, lancé mis piernas hacía atrás y ganché su cabeza con ellas, de manera que no tuviera toda la ventaja.

Comencé a apretar su cabeza para incomodarlo, pero Tom no era un novato y antes de que pudiera hacerle daño me dio dos puñetazos al mismo tiempo en ambos lados de mi tronco. El dolor me sorprendió y mi amarre perdió fuerza. Forcejeamos un rato y ambos estuvimos en posición de rendir al otro, pero finalmente Tom me tomó de un brazo y rodeándolo con sus piernas que terminaron cruzadas alrededor de mi cabeza, comenzó a aplicar una palanca de la que no tuve oportunidad de librarme. Con mi otro brazo quise golpearlo para quitarle fuerza pero no tuve el menor éxito. Entonces recordé que podía faulearlo, y era una buena oportunidad para hacer valer mi ventaja.

Pensé cuál sería la mejor manera de atacar sus testículos para lograr el mejor efecto, pero mi brazo cubría su paquete y no lograba ubicar sus huevos. Entonces con la mano que tenía libre tomé su muslo y comencé a recorrer su entrepierna buscando hacer algún daño. Pero Tom se dio cuenta de mis intenciones y comenzó a aplicar más fuerza a mi brazo y a apretar más fuerte mi cabeza. Mi mano apenas pudo sentir algo blando e inútilmente traté de apretarlo, pero hasta yo sabía que no estaba causando dolor suficiente para incomodar a Tom; apenas estaba pellizcando la piel. Mi brazo me estaba matando. No tuve otra opción que golpear el piso en rendición.

Tom apretó un poco más mi cabeza hasta que grité de dolor y entonces me soltó. Aliviado me quedé tirado en el suelo mientras Tom descansaba sonriendo recostado sobre su espalda y con las piernas dobladas y abiertas. Mi cabeza retumbaba y mi brazo derecho sentía el dolor del castigo de Tom. Me sentía enojado por haber perdido. Mi ventaja de dos caídas no había servido para nada y ahora solo quedaba la última. Cuando pude levantarme con mis manos para quedar sentado vi a Tom boca arriba con sus piernas abiertas a un lado de mi, sus brazos hacia atrás en el suelo. Levantó un poco su cabeza para verme, estaba sonriendo. Cuando me dijo que íbamos dos a dos, me dio coraje y le solté un fuerte puñetazo en el bulto marcado por sus lycras. No reparé en la intensidad del golpe. Tom gritó de dolor.

"¡¡¡¡OOUUUFFFF!!!!" Lo vi rodar hacía un lado juntando las piernas y poniendo sus manos en su paquete.

Tom comenzó a respirar rápidamente mientras se quejaba del golpe bajo y movía su cuerpo como si estuviera sufriendo ligeras convulsiones. No dejaba de hacer sonidos de dolor.

"¡Jódete!" le dije. "Ahora si voy a tener tiempo para descansar. Ah, y apenas llevo dos faules. Me quedan tres."

Me quedé sentado en el suelo estirando mis brazos adoloridos mientras Tom se retorcía en el suelo, recuperando el aliento y soltando gemidos de dolor de vez en cuando. De pronto me sentí un poco mal de haber golpeado tan fuerte a Tom. Era la primera vez que luchábamos y sentí que había pasado un poco el límite de la confianza. Por suerte no tardó mucho en recuperarse y no parecía sentirse ofendido. Momentos más tarde ya estaba de rodillas, aunque con una mano en su paquete, y tratando de respirar normalmente.

"¿Listo para la última caída?" me dijo mientras se sobaba los huevos. "Te voy a ganar y ten seguro que está será la ultima vez que me contengo de golpes prohibidos. De ahora en adelante cada vez que luchemos será lucha sin reglas."
"Cuando tú quieras, Tommy," le contesté sonriendo.

Mi plan era ganar esa caída a como diera lugar, y tenía tres golpes prohibidos a mi favor. Necesitaba evitar que me rindiera como había hecho en esta última caída, y para eso tenía que ser inteligente.

Me acerqué a Tom, que seguía de rodillas, con su torso desnudo y las lycras ajustadas. Con gestos le hice saber que la quinta caída ya había comenzado. Yo esperaba que toda la pelea se llevara a cabo en el tapete, pero de repente Tom se levantó. Rápidamente me puse de pie yo también para no quedar en desventaja. Para mi sorpresa se acercó a las cuerdas de ring que tenía detrás suyo y se recargó en ellas con los brazos abiertos. Yo me acerqué y Tom tomó impulso empujándose con los talones y salió disparado hacia mí. Con su antebrazo me golpeó el pecho, y yo, sorprendido por el golpe caí al suelo.

De espaldas en el piso sentí el pie de Tom que se apoyaba con fuerza en mi pecho. Cuando abrí los ojos vi la cara de Tom a centímetros de la mía. Me dio una cachetada ligera y no dijo nada. Quitó su pie, se hizo hacia atrás y con las manos hizo un gesto de que me acercara a él. Quería hacerme enojar, al parecer. Decidí que hasta ahora esta había sido una de las luchas más entretenidas que había tenido y Tom había sido muy respetuoso, así que lo mejor era disfrutar la última caída, sin importar quién ganara. Y con ese pensamiento me lancé contra Tom.

Me levanté y corrí hacia Tom. Creo que no se lo esperaba porque reaccionó tarde a mi ataque. Lo empujé con mi cuerpo contra las cuerdas y lo abracé. Con el impulso lo levanté y lo azoté contra el piso. Una vez en el suelo lo quise someter con una llave, pero no logré sujetarlo bien y Tom se acomodó de manera que se apoyó sobre mi para poder ponerse de pie y en el mismo movimiento me cargó. Para mi sorpresa me dejó caer de espaldas sobre su muslo en una quebradora que me sacó un poco el aire.

Tom apoyó su mano en mi barbilla y la otra en mi pierna. Yo siempre había creído que era fácil librarse de una quebradora, en mi mente solo tenías que girar el cuerpo, pero Tom me estaba demostrando que no era así. Movió su brazo que tenía en mi rodilla y lo puso entre mis piernas.

"Si esta fuera una lucha normal, ahorita estarías suplicando que parara el castigo," me dijo mientras movía su brazo hacia arriba y hacia abajo sobre mi paquete. Me quedó claro el daño que me podía (y quería) hacer pero que se estaba conteniendo. Luego puso su mano sobre mi paquete y agarró mis huevos sin apretarlos. "Te tengo de los huevos," me dijo, "si quisiera, aquí se acababa todo."

Después de varios minutos de dolor y gritos míos me dejó caer rodando en el suelo. Quedé boca abajo sin ganas de moverme, mi espalda me estaba matando. De repente sentí el peso de Tom sobre mí. Se había sentado en mi espalda baja, y antes de que pudiera reaccionar, ya tenía mis brazos acomodados detrás de sus rodillas y sus manos en mi barbilla. Comenzó a jalar y yo solo podía seguir gritando.

Luego me soltó y puso mis brazos detrás de mi espalda. Los comenzó a jalar hacia mi cabeza, pegados a mi espalda. Mis hombros recibían un castigo dolorosísimo. Luego se sentó en mis manos y me jaló de los pelos en una humillación total. Mi cabeza se estiraba hacía atrás y yo trataba de no gritar. Tom me tenía totalmente controlado y no había nada que pudiera hacer.

Para mi fortuna, entre los jalones de pelo y la postura de Tom, de pronto sentí algo en mis manos, que todavía tenía inmovilizadas detrás de mi espalda y debajo del peso de Tom. No estaba muy seguro pero era probable que el paquete de Tom hubiera quedado justo en mis manos. Con cuidado de no desaprovechar la oportunidad esperé a tener una buena posición y cuando sentí de lleno el bulto en mi mano derecha cerré mi puño atrapando los testículos de Tom en el proceso.

El ataque fue un éxito, Tom enseguida me soltó y trató de librarse de mi garra. Por suerte tuve un buen agarre y no lo solté cuando movió su cuerpo. Apreté lo más fuerte que pude y comencé a darle órdenes mientras gritaba de dolor. Sentí sus huevos grandes y no sentí compasión, no dejé de apretar ni un poco mientras hacía lo que le decía. "Muévete a la izquierda, ahora a la derecha. No te muevas mientras me levanto o voy a empezar a torcerte los huevos."

Tom me quería pegar, pero cada vez que sentía que iba a hacer algo, le apretaba más fuerte y sus manos automáticamente llegaban a su paquete. No supe cuanto tiempo lo tuve sometido de los testículos, pero no fue menos de dos minutos seguidos. Su voz delataba su sufrimiento. Por último, antes de soltarlo, lo obligué a ponerse de rodillas y poner sus manos detrás de su cabeza. Yo estaba encantado de verle la cara de sufrimiento mientras le decía tonterías para molestarlo más. "Quiero que saques la lengua. Ahora cierra un ojo," apretando fuertemente cada vez que desobedecía.

Una vez que estuvo de rodillas y con las manos en la nuca, lo jalé de los testículos con fuerza y dejé que mi mano exprimiera sus huevos mientras lo soltaba. El pobre Tom soltó un grito de dolor y se tumbó con la cara al suelo y se agarró los huevos.

Con mi pie lo empujé hacia un lado para molestarlo. Cuando estaba sobre su costado, todavía con las manos en los huevos, me dijo apenas pudo hablar "ese cuenta por los tres faules que te quedaban." A lo que respondí que absolutamente no. Pero tampoco importaba. Aprovechando que Tom no estaba en la mejor posición me tomé mi tiempo para amarrarlo en una llave que estaba seguro que terminaría la lucha.

Lo tomé de ambos brazos y le pisé la espalda. Después de lastimarlo unos momentos, me senté en su espalda y puse mis piernas alrededor de su cabeza. Con mis muslos le aplasté el cráneo. Luego lo solté para el toque final: tomé sus pies para aplicar una llave de cangrejo, pero en vez de sentarme en su espalda me hice un poco más para atrás, tratando de sentarme en su cabeza, y con mis piernas inmovilicé sus brazos. Todo su cuerpo se elevó para quedar completamente estirado. Podía ver el bulto de Tom totalmente expuesto mientras sostenía sus tobillos en mis axilas. No tardó mucho Tom en comenzar a golpear el piso.

"¿Te rindes?" le pregunté aunque sabía la respuesta. A lo que apenas pudo contestar "Sí."

Lo solté. Las piernas de Tom se azotaron contra el piso. Levanté las manos en señal de victoria. Tom torció su cuerpo y con una mano se agarró la espalda. Yo lo pateé para que quedara completamente boca arriba y no pude evitar poner mi pie sobre su ingle.

Tom con poca fuerza tomó con sus manos en el pie con el que le aplastaba los huevos. No lo lastimé, era solamente humillación.

"Bien. Gané."

Tom se quedó tirado un rato más, mientras yo caminaba alrededor de él festejando mi victoria. Luego se puso de rodillas y comenzó a estirar la espalda.

Viéndolo de rodillas recordé que todavía tenía dos faules que no había utilizado. Entonces me acerqué a él y lo levanté de un brazo. Me vio con extrañeza y le dije que esto no se había acabado.

"¿Por qué no?" preguntó.
"Ven para acá," le dije mientras lo llevaba hacia las cuerdas de cuadrilátero que tenía. Tom seguía sin entender.

Lo puse contra las cuerdas y pase sus brazos por la cuerda superior y los tomé por debajo. Los jalé un poco y Tom arqueó su cuerpo hacia adelante. Entonces le dije qué era lo que seguía: "Me debes dos faules todavía." En ese momento levanté mi rodilla y le di un golpe directamente entre las piernas. Tom gritó al mismo tiempo: "¡Ooooouuuuuhhh!" Juntó sus rodillas y perdió todas las fuerzas, pero no cayó al suelo porque yo lo detenía. "Me gustó mucho luchar contigo, Tom. Toma esto como la humillación después de la lucha que tanto me contabas."

Lo solté y cayó directo al suelo con sus manos entre las piernas. Yo me quedé viéndolo, disfrutando el espectáculo de la tortura que le estaba proporcionando y pensando cómo lo iba a faulear una última vez. Tom estiraba y encogía su cuerpo tratando de aliviar el dolor. Juntaba las piernas y luego encogía solo una, siempre con las manos cubriéndose los huevos.

Después de dejarlo descansar un poco para que se recuperara del dolor, me acerqué a él, lo puse de espaldas en el piso, y me senté en su pecho viendo hacia sus pies. Tom me suplicó que no le pegara más, pero le dije que no podía desaprovechar ese viaje a Dakota del Sur. Viendo su paquete y pensando en cómo aprovechar mi último faul decidí que sería un puñetazo, pero para que doliera más, tenía que sujetar sus genitales.

Primero agarré su paquete con ambas manos para asegurarme que los dos testículos estaban atrapados, luego con una mano los tomé entré mi pulgar y mi dedo indice. Tom en todo momento gemía de dolor. Entonces levanté mi otra mano y le pregunté si estaba listo, me suplicó que lo soltara. Entonces bajé con fuerza mi otra mano hecha puño, y cayó de lleno en su paquete, atrapado por mi otra mano. Sentí a Tom convulsionarse debajo de mí. Pero no lo solté. Tom gritaba y eso me daba placer. Entonces, solo por maldad y sabiendo que Tom se vengaría en la primera oportunidad, jalé el bulto de Tom hacía arriba; incluso tuvo que levantar la cadera de tanto que lo jalé, y volví a bajar mi puño sobre sus huevos. El grito de dolor fue aun más fuerte que el primero.

Tuve que controlarme para no repetir una tercera vez el castigo. Tenía muchas ganas de hacerlo de nuevo, pero no me atreví; ya había rebasado el numero de faules a los que tenía derecho, y no quise exagerar el castigo.

Solté el paquete de Tom que rebotó cuando se acomodó, y se quedó tirado durante 10 minutos, revolcándose en el suelo y sobándose los huevos. Yo me quedé a su lado, esperando que se le pasara el dolor. Algo le dije pero estaba seguro que Tom no me escuchara.

Habían pasado ya cuatro horas desde que llegué al bar donde nos conocimos en persona. La tarde había sido muy entretenida. Pensé que no me la había pasado tan bien en mucho tiempo, desde que había llegado a Estados Unidos. Si todo se resultaba bien, Tom iba a ser un buen amigo.

Por fin Tom se levantó. Su cara decía que no tenía ganas de hacer nada.

"Te pasaste, Nando," fue lo primero que me dijo.
"Perdón, tenía mucho de no luchar así." Le contesté.
"Ufff, me deshuevaste de manera grosera.Y te pasaste por un faul, eh."
"Sí, lo sé. No me pude contener. Pero en mi defensa, los faules eran solo durante la lucha, esto fue humillación después de."
"Bueno, no me importa. Es la última vez que limito mis castigos contigo. La próxima vez que luchemos, voy a usar todo lo que tengo en mi repertorio." Dijo eso mientras veía mi entrepierna. "Buena lucha, Nando. Gracias por venir."
"De nada," le dije. Y me preparé para despedirme.

Esa noche me fui al hotel cansado, y dormí hasta tarde al siguiente día.

*Historia totalmente ficticia

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Última edição em 31/5/2019 17:07 por vuvuser
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Comentários

8

lucasvix (43)

31/5/2019 22:06

História muito boa.
Tomara que poste mais histórias assim.

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vuvuser (4)

31/5/2019 22:11

(em resposta à...)

Muito obrigado

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Alonzo (27)

02/6/2019 04:03

Wow, simply HOT ... tus historias son increíbles.

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vuvuser (4)

02/6/2019 05:54

(em resposta à...)

Thank you very much! Glad you liked it.

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Angelin (0)

03/6/2019 06:05

Escribe parte 2

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vuvuser (4)

05/6/2019 22:56

(em resposta à...)

Pronto. ;)

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Alonzo (27)

06/6/2019 00:22

Apoyo la petición de Angelin... espero ansioso el segundo encuentro... la revancha o nueva derrota de Tom ;)

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bigchicago (68)

06/6/2019 00:37

Really hot story man, I hope you write more.

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