vuvuser's blog
La lucha de parejas en la que me destrozaron Parte 3/3
Conan tomó las esposas que había sacado de su mochila, se acercó al Turco, lo llevó al esquinero, y le esposó las manos en el tensor de la segunda cuerda. El Turco estaba inmovilizado, sentado en la esquina con sus brazos esposados sobre su cabeza. Ya no había nada que pudiera hacer para ayudarme. Conan se acercó a mí. Teo se levantó solo para que Conan me tomara de los brazos y los inmovilizara sobre mi cabeza. Estaba tirado sin poder moverme. Conan puso su rodilla justo sobre mis bíceps, el dolor ya era considerable entonces. Teo pateó mis piernas para que quedaran abiertas. Yo enseguida las junté porque suponía lo que planeaba. Traté de encogerme pero Teo me dio un puntapié en la espalda. Me arqueé y enseguida puso su bota en mi vientre bajo y me obligó a quedar completamente de espaldas en la lona para después sentarse en mis muslos. Se acomodó para que mis piernas quedaran ligeramente separadas y metió la mano dentro del short por la abertura de una de las piernas. Llegó hasta mi paquete y lo palpó para encontrar los huevos. Yo veía cómo mi bulto se movía, aunque en realidad era la mano de Teo bajo mis shorts buscando su objetivo.
"Mucho mejor. Esos shorts de lycra que tienes debajo me dejan trabajar a gusto." Con eso dio un fuerte apretón a mi paquete. Uno de los huevos se escapó por lo que la mayor parte del castigo lo sufrió mi testículo derecho. El dolor era insoportable. Luego con esa mano volvió a buscar los testículos pero en vez de apretarlos, los amarró con su mano. Un bulto grande se levantó por debajo de mis shorts grises, ese sí era mi paquete. Y de repente su otra mano se convirtió en un puño y golpeó el bulto con todas sus fuerzas. Creí que me iba a desmayar, mi cuerpo se convulsionó tratando de liberarse sin éxito. Mi cara cambió de color; mi gesto era de pánico absoluto.
"Por favor, Teo, no más, por favor, me rindo, me vas a lastimar," dije con el poco aliento que me quedaba.
"No te preocupes Vuser, yo sé cuánta tortura soportan los testículos sin causar daños severos, soy urólogo cabrón, confía en mí." Teo guiño un ojo y dejó caer su puño otra vez en mi paquete.
"AAAAAAHHHHHHHHHHHHHHH," grité con todas mis fuerzas.
Me soltaron y me dejaron tirado. Confiaban en que no me iba a mover en un buen rato. Era el turno del Turco. Cuando se acercaron el Turco estaba intentando de alguna manera liberarse de las esposas.
“No mames, Turco, ¿cómo te piensas quitar eso?” dijo Conan, y en seguida le dio un puntapié en el muslo para tratar de tirarlo. Cuando eso no sucedió lo pateo otra vez y otra vez hasta que cayó en la lona. Teo se acercó a él y le dio una cachetada como lo había hecho conmigo. Luego lo pateo dos veces en el abdomen. Mi pobre amigo estaba sentado en el esquinero con las manos esposadas sobre su cabeza, y yo no podía ayudarlo. Lo que siguió fue lo que Teo hace mejor, puso su bota en el paquete de del Turco y empezó a ponerle presión. Según lo que me contó el Turco eso no le dolió tanto porque los huevos se movían y la verga aguanta más castigo. Teo se agarró de las cuerdas superiores para poner más presión en la entrepierna del Turco. Le aplastó los huevos alrededor de 30 segundos, moviendo su bota y torciéndola para tratar de causar más dolor, aunque en realidad no lo estaba lastimando tanto. Pero lo que sí le dolió fue en el puntapié que le propinaron justo después. El Turco quedó viendo hacia el piso con las piernas juntas para tratar de evitar otra patada. Teo le agarró la cara por la quijada para que lo viera a la cara.
"Parece que no pones mucha resistencia, trapo," le dijo Teo. Lo soltó y fue hacia su mochila. Volvió con Conan a su lado y una larga cuerda. Al parecer no era suficiente inmovilizar las manos del Turco, tomaron una de sus piernas y trataron de acercarla a la cuerda baja del ring para amarrar su talón ahí. Cuando el Turco se dio cuenta de esto y trató de evitarlo, Conan le dio un puñetazo en el estómago, lo que hizo que encogiera sus piernas instintivamente, pero después perdió fuerzas y lograron su cometido. Lo mismo pasó con su otra pierna, pero para esto Conan lo agarró de los huevos y empezó a apretar hasta que el Turco gritó y perdió las fuerzas para resistirse.
Totalmente inmovilizado, esposado de las manos y amarrado de los pies, mi amigo estaba totalmente expuesto a más tortura y humillación.
Estaban los dos de frente a su víctima. Empezaron a repartirse los castigos que le iba a aplicar cuando el Turco empezó a moverse para tratar de quitar el amarre de uno de sus pies. Supongo que lo estaba logrando porque Conan se acercó a uno de los nudos para ajustarlo, se agachó con las piernas separadas y Teo se puso de frente al Turco para decirle lo que le iban a a hacer. Ninguno de los dos se dio cuenta de que yo me había puesto de pie a pesar del dolor. Me acerqué sin hacer ruido y evalué lo que podía hacer. Decidí arriesgarme y tratar de tumbarlos a los dos. Tomé impulso y le di una patada a Conan entre las piernas con todas mis fuerzas. Conan se cayó al suelo con un fuerte “¡oooooouuugghhhhh!” Inmediatamente puse una rodilla en el suelo mientras Teo reaccionaba y volteaba su cuerpo. Con la fuerza que me quedaba solté un uppercut con mi puño directo en sus huevos. Mi puño se hundió en su paquete, sentí como su bulto se machacaba. Igual que Conan, soltó un grito de dolor y se llevó las manos al paquete. Con mis dos rivales en el suelo pensé que lo mejor era deshacerme de uno antes de tratar de ayudar al Turco. El que mejor estaba en posición de dominar era Teo, que estaba de rodillas. Lo rodeé y lo tomé del cuello. Cinco segundos después estaba inconsciente en la lona. De puro coraje le di una patada en los huevos, y aunque no la sintió en ese momento, yo me sentí muy bien de dársela.
Luego me acerqué a Conan, pero ya se estaba recuperando de la patada que le di, por lo que no pude someterlo tan fácilmente. Primero traté de tomarlo por el cuello por detrás como había hecho con Teo, pero Conan es muy ágil y giró su cuerpo para evitarlo. Se levantó y empezamos a rodearnos tratando de encontrar una oportunidad de atacar. Le solté una patada sin lograr golpearlo, pero luego él intentó lo mismo y pude detenerle el pie. Lo sostuve y lo tumbé a la lona. Traté de darle otro golpe bajo, aprovechando que esa zona estaba sensible, pero no logré acomodarlo, por lo que aproveché que se protegía sus partes blandas para tomarlo del cuello y presionar su trapecio con mi pulgar. Este castigo fue muy efectivo porque inmediatamente dejó de poner resistencia. Entonces lo agarré del paquete que se veía muy bien definido por sus pantalones de tela ajustados, y apreté con fuerza. Conan soltó un grito. Tuve que repetir el apretón porque cuando comencé a poner fuerza los testículos se escaparon de mi mano. Conan soltó otro grito con el segundo apretón y trató de tomarme del pelo, pero yo apreté con más fuerza, y esta vez los testículos no se escaparon por lo que recibieron toda la presión que puse. Conan retiró sus manos en posición de rendición y me pidió que lo soltara.
"Me rindo, me rindo, Vuser, suéltame por favor," me dijo.
"¿Dónde está la llave de las esposas?" le pregunté sin soltarlo.
"No sé, AAAAAHHHHHH" le apreté con más fuerza los huevos.
"Dime cabrón," le di un golpe en el estómago para castigarlo más.
"En la mochila, en la mochila, ya, ya por favor," me dijo con los ojos cerrados de dolor y sus manos abiertas sobre la mano que le estrujaba su paquete. Yo lo solté pero inmediatamente le di un puñetazo en la entrepierna para debilitarlo más. Conan gritó y se giro para quedar en su costado agarrándose los huevos.
Me levanté para ir a donde estaba el Turco y él me estaba viendo con cara de preocupación y girando sus ojos. Apenas escuché que me dijo "cuidado" cuando recibí un golpe en la espalda. Teo se había levantado y yo no lo había visto. Me caí de frente y cuando trataba de levantarme sentí una mano que me agarraba de los huevos. El apretón no fue nada compasivo. Levanté el culo por instinto y Teo levantó más su mano. Luego me tomó del hombro con la otra mano y me llevó estrujándome los huevos hasta el esquinero. Me puso con el pecho en la colchoneta de la tercera cuerda y apretó con más fuerza. Solo pude juntar mis piernas y aguantar el castigo.
De repente Conan apareció frente a mi cara, del otro lado del poste. Yo tenía mis manos sobre la mano de Teo esperando que me soltara para cubrirme, lo que aprovechó Conan para atacar mi cara. Me dio tres cachetadas, luego me tomó de las fosas nasales y levantó mi cara hacia arriba. Luego me retorció las orejas y presionó mis ojos con sus pulgares. Yo ya no sabía qué me dolía más.
Conan se alejó por un momento. Después de lo que pareció una eternidad, Teo me soltó los testículos no sin antes dar un último apretón hasta que mis huevos se escaparon de su mano por la presión; yo caí arrodillado frente al poste sin poder moverme. Teo me tomó de los pectorales por detrás y me pellizcó fuertemente. Me levantó y me estrelló contra el esquinero aplastándome con su cuerpo. luego me volteó para que quedara de frente a él y me sonrió.
"Buen come back, Vuser. Pero no fue suficiente," me dijo en el momento que yo levanté mi rodilla y le di de lleno en los huevos. Teo soltó un grito gutural que delataba el dolor que le causé; se dobló hacia el frente con las manos en sus genitales y dio dos pasos hacia atrás. Pero en el momento que iba a moverme para acercarme a él Conan me tomó de los brazos por fuera del ring, los jaló hacia atrás y hacia abajo y me esposó las manos por debajo del tensor de la segunda cuerda. No tuve ni tiempo de reaccionar, en menos de 10 segundos me encontraba inmovilizado y a merced de estos dos luchadores. La lucha había terminado y habíamos perdido nosotros.
"Vaya, vaya," dijo Teo. "Parece que se les acabó el show. Y todavía quedan 7 minutos antes de que termine la media hora de lucha. No que eso importara, ¿verdad? Porque, bueno, ¿qué pueden hacer ahí amarrados los dos?" Se acercó a mi, con una mano sobando su entrepierna.
"Ja, ja, los vamos a usar de costal de arena," dijo Conan. "¿Con quién empezamos Teo?"
"¡Me diste bien, pinche Vuser! Me las vas a pagar. Pero ahorita vamos a empezar con el Turco para dejar descansar a este," le dijo a Conan y me dio un puñetazo en el estómago que me hubiera hecho doblarme si no hubiera estado esposado.
Se acercaron al Turco que estaba sentado en el esquinero con las piernas abiertas y amarradas cada una a la cuerda baja y con las manos esposadas sobre su cabeza en el tensor de la segunda cuerda.
"Teo no mames, ya nos rendiste, ya nos ganaste. Ya párale," le dijo el Turco, con la esperanza de detener el castigo que seguía.
"Cállate, me quedan menos de diez minutos para hacer lo que quiera con ustedes," dijo Teo mientras caminaba hacia la esquina contraria. Conan solo lo veía. "Y no chilles, que no los vamos a lastimar, solo quiero tener la satisfacción de castigarlos. Tengo que aceptar que tú eres uno de los luchadores que mejor se defiende. Y a Vuser ya le traía ganas desde hace rato. Ya sabes que me gusta usar a los mejores como juguetes."
Terminando de decir eso arrancó en dirección a la esquina donde estaba el Turco y le cayó de sentón en el pecho. Turco dejo escapar un "UMPPFFF" que le sacó el aire. Teo quedó con ambas piernas en cada lado del tórax del Turco. Luego empezó a brincar aplastando al Turco cada vez que caía en sus pectorales.
"¿Qué se siente que te ponga los huevos en la cara, Turquito?" se levantó y dio dos pasos para atrás. "Te toca," le dijo a Conan.
Conan se acercó al turco, se puso en una rodilla y le soltó un duro golpe en el estómago. Después le dio otro golpe, un poco más abajo y luego siguió un golpe en el vientre. Le dio un golpe más justo arriba del paquete, y el último, obviamente lo dejó caer en los huevos del Turco.
Mi amigo trató de juntar las rodillas, pero el amarre en sus talones no lo dejaba. "¿dolió?" le preguntó Conan, y repitió el último golpe. Turco soltó un grito de dolor. Conan le tapó la boca y le dio dos codazos en la cabeza. Luego se levantó y puso un pie en su paquete. El Turco se hizo lo más atrás que pudo. Su espalda estaba pegada a la colchoneta del esquinero. Conan lo siguió con su pie, y una vez que ya no se podía hacer más para atrás comenzó a acomodar la planta de su bota para que aplastara todo el paquete del Turco contra la lona. Levantaba su bota de vez en cuando y la volvía a presionar asegurándose que todo el paquete quedaba debajo de su planta. Yo solo podía escuchar gritar a mi amigo.
Luego se acercó Teo, Conan quitó su bota del bulto del Turco. Teo empezó a patear los muslos expuestos de mi amigo. Primero el izquierdo, luego el derecho, cada vez que los pateaba iba acercándose más a la entrepierna. Estaba jugando el mismo juego que Conan. Por último le dio una patada en cada una de las ingles del Turco, y terminó dándole tres punta pies justo en los testículos.
"Ok, vamos a dejarlo ya," dijo Teo. "O si quieres síguele tú, pero yo quiero aprovechar los últimos minutos con Vuser."
"No, yo también lo quiero deshuevar. Le quiero dar un rodillazo fuerte," dijo Conan.
"Solo le podemos dar un rodillazo más, porque yo le di uno al principio y estuvo duro, no lo queremos lastimar," dijo Teo. "O se lo das tu, o se lo doy yo, pero solo uno. Y a mi me dio un rodillazo hace rato, creo que me lo merezco yo." Conan hizo una mueca de frustración, y luego le respondió:
"¡Chingado! Bueno, dáselo tú. Pero lo que quede de propinarle al Turco me toca a mí."
"Ok, pero primero vamos con este vato," dijo Teo refiriéndose a mí. "Tráete la otra cuerda." Conan se alejó a donde habían dejado sus mochilas.
"Vamos a ver Vuser. ¿Qué clase de apodo es Vuser? en primer lugar," dijo Teo. "Parece nombre de personaje de animación de fiesta infantil." Yo no tenía intención de contestar nada. "Esos shorts que traes puestos se ven muy cómodos para entrenar, pero me estorban mucho para lo que te tengo preparado. ¿Qué tal si te los quitamos?"
"No," dije yo.
"Bueno, esa fue una pregunta retórica," me dijo, y comenzó a bajarme los shorts. Yo me empecé a mover para evitarlo. "Tranquilo, tranquilo, no te voy a violar, carbón." Teo no lograba bajar los shorts debajo de mi cadera, por lo que se empezó a desesperar. Metió su mano dentro de los shorts y me agarró el paquete completo. "Deja de moverte o te va a ir peor, no puedes hacer nada." Yo rodeé a Teo con mis piernas para evitar que me quitara los shorts, pero me dio un fuerte apretón de huevos que me hizo perder fuerza. Apoyé mis pies en la lona con las piernas abiertas, Teo quedó en medio de mí agarrándome el paquete por debajo de los shorts. Luego me jaló hacia él aumentando el dolor. "Conan, ven, ayúdame a quitarle esto a este cabrón."
Conan se acercó y me obligó a quitarme el short de tela de algodón que traía puesto. Al principio intenté poner resistencia, pero Teo me apretó otra vez con fuerza los huevos, esta vez con las dos manos. Junté mis pies y Conan no batalló para retirar mis shorts.
"Ándale, ahora si ya estás listo," me dijo Teo viendo como quedaba con solo los shorts de lycra ajustados que marcaban completamente mi paquete. "Ahora si puedo ver exactamente donde golpear. Estas lycras tienen la red para que te pongas una concha, seguro te da coraje no haberlo hecho, aunque para ahorita ya te la hubiera quitado yo," dijo Teo. "Y déjame que te diga que tienes grandes los huevos, no puedo imaginar cuánto te va a doler." Dijo eso y me soltó. Yo junté inmediatamente los pies y traté de doblarme para cubrirme un poco.
Conan tomó la cuerda que había dejado en el piso mientras me descubrían de mis shorts. Teo me tomó de un pie y lo levantó. "Dale una patada," le dijo a Conan, que obedeció inmediatamente. Me pateó los huevos con suficiente fuerza para hacerme patalear de dolor. Teo acomodó mi pierna en la segunda cuerda y Conan la amarró con fuerza. Luego discutieron si debían amarrar la otra del otro lado, pero decidieron que era mejor solo una.
Conan se acercó a mi cara y la levantó por la barbilla. Comenzó a darme puñetazos en el estomago con su otro brazo. Cuando se cansó me soltó la cara y me dio una cachetada. Luego me pellizcó los pezones un rato. Por último, porque Teo le dijo que le tocaba a él torturarme, me dio un manotazo fuerte justo en el paquete, con el dorsal de su mano. Era increíble pero no me acostumbraba al dolor.
Luego se acercó Teo y comenzó a ahorcarme. Eso no me dolió, y hasta tuve la esperanza de desmayarme, pero no era la intención de Teo. Solo quería verme poner mi cara azul. Luego salió del ring para quedar detrás de mí, pasó su mano entre mis piernas y me agarró el bulto. "Perfecto, ahora si no batallo nada," dijo Teo, refiriéndose a mis shorts de lycra. Jugó con mi paquete un poco mientras acomodaba su mano para tener el mejor agarre y luego apretó jalando mis bolas hacia él. Yo quería doblarme pero mis manos esposadas me causaban dolor cuando lo intentaba.
Del otro lado Conan no tenia más piedad con el Turco. Lo pateaba en el estomago, y luego en los huevos. Luego le daba un puñetazo en el estomago, y otro en los huevos. Le pellizcó los pezones y le pellizco los huevos. También lo jaló del pelo de un lado a otro, moviendo la cabeza del Turco, luego le agarró de los huevos y los empezó a jalar de un lado al otro. "Este rango de jaloneo está más limitado," le dijo al Turco para burlarse. El Turco lloraba.
En mi esquina, Teo levantó la pierna que tenía libre y la acomodó alrededor de la segunda cuerda para que quedaran mis piernas abiertas de par en par. Tenía agarrado mi talón con su mano para que no pudiera moverla. Me dio tres patadas seguidas en los huevos. Luego decidió amarrar la pierna para tener sus manos libres. Quedé totalmente amarrado, abierto de piernas en la esquina. Teo se tiró boca arriba en la lona debajo de mí y usó mi paquete como pera de boxeo. "A ver cuántos golpes aguantas sin gritar, Vuser," dijo Teo mientras comenzaba a golpear mis huevos, "uno, dos, tres" solté un grito de dolor. "Nada más tres, que joto eres." Quería saber cuánto aguantaba sin gritar, una vez que lo hice siguió golpeando. Algunos golpes se pausaba para golpear con más fuerza. Yo gritaba con cada uno.
De repente sonó un timbre. Teo se detuvo.
"Noooooo, se acabaron los 30 minutos," dijo mientras se levantaba de donde estaba. Casi gritaba de alivio. Me mantuve callado para no generar ninguna molestia de mis torturadores.
"¿No podemos seguir un rato?" preguntó Conan.
"No mames, ya califica como tortura esto," dijo Teo. "Trae las llaves para soltarlos.
Conan fue por la llaves a su mochila, y soltó al Turco primero, no sin antes darle un buen puñetazo que aplastó el bulto del Turco contra la lona. Le acomodó el paquete y lo sostuvo con una mano para que no se moviera, luego lo golpeo usando su otro puño como martillo y dejó el puño ahi para aplastar más los huevos contra la lona. El Turco gritó de dolor, y cuando lo soltó Conan, solo se dejó caer hacia un lado cubriéndose el paquete y no se movió.
Luego llegó a donde estaba yo. Me desamarraron las piernas para que pudiera pararme, aunque apenas tenia fuerzas. Me quitó Conan las esposas y tuvieron que ayudarme a pasar los brazos hacia enfrente, me dolían muchísimo los hombros; casi tanto como los huevos.
"Ya se acabó, trapo, ya se acabó. Sobreviviste," me dijo Conan.
"Falta lo último," dijo Teo, y antes de que pudiera reaccionar me dio un fuerte rodillazo entre las piernas. "No podía dejarte sin el rodillazo que me faltaba por vengar."
Solté un grito de dolor. "¡Ooooouuufffff!" No esperaba ese último golpe. Me caí al suelo y me hice bolita. No dejaba de quejarme y respirar tratando de quitarme el dolor.
"Bueno, ya nos vamos nosotros," dijo Teo. "Ahí cierran antes de que se vayan. Tómense un ibuprofeno porque no van a poder pararse ni hoy ni mañana."
"Estuvo buena la lucha," dijo Conan.
"Sí, me gustó," dijo Teo. "Vamos por unas cheves."
Salieron del ring, recogieron sus cosas y se fueron. El Turco y yo nos quedamos tirados mucho tiempo, creo que yo me quedé dormido después de algunos minutos. Cuando por fin me pude levantar el Turco estaba boca arriba con las piernas dobladas y con las manos adentro de sus shorts ajustados. Yo me puse de rodillas sentado en mis talones con las piernas abiertas. Despegué mis shorts de lycra de mi paquete para que no estuviera en contacto con nada. Voltee a ver dentro de mis shorts esperando no ver sangre; no estaba tan mal como se sentía. Mis huevos se veían y se sentían mucho más grandes que su tamaño normal. Estaban hinchados y rojos.
Después de una hora, mas o menos, por fin nos pudimos poner de pie los dos. Yo agarré mis shorts de algodón pero no me los puse. Me puse una camiseta que traía y me desabroché las botas. Llegué con el Turco, que estaba parado con las manos en sus rodillas y viendo hacia el piso, como si fuera a vomitar. Le puse una mano en el hombro y le dije "qué chinga nos pusieron." Turco me volteó a ver, se rió y soltó una última expresión de dolor "aaaaaauuuchhh". Por fin se levantó completamente y comenzamos a caminar hacia la salida. Cada paso era un recordatorio de lo que nos habían hecho.
Juramos ganar la revancha. Pero esperaríamos un buen tiempo. No había prisa, y nuestra hombría no iba a soportar otra tanda de este tipo de lucha. Decidimos descansar las siguientes tres semanas. Seguro Aleks nos iba a extrañar.
FIN
Alonzo (27)
26/1/2018 04:19WOW, qué historia más caliente... Espero que pronto puedas contar la historia de la revancha.
Chuy94 (33 )
13/12/2018 02:33(em resposta à...)
Que exitante esa lucha
vuvuser (4)
13/12/2018 05:29(em resposta à...)
👍🏼👍🏼
Te invito a que visites mi blog
http://luchayfaules.blogspot.com
Alonzo (27)
14/12/2018 07:26La conclusión de esta historia es exitante... Ojalá que pronto nos cuentes del encuentro de revancha ;)